jueves, 4 de junio de 2015

ENTONCES PASA

Por Laura Michelin Salomon Geymonat

Entonces pasa que, miles y miles de personas se reúnen bajo la consigna de "Ni Una Menos" frente al Congreso Nacional, en las calles, en las plazas más cercanas, en las escuelas, en los trabajos, en las universidades.

Entonces pasa que, nos encontramos porque no queremos que nos sigan violando, matando, maltratando, desapareciendo, callando. 

Entonces pasa que, aunque parezca que estamos solas, somos un montón y no sólo mujeres: niños y niñas, y hombres están ahí.

Entonces pasa que, entre nosotras nos reconocemos y nos vemos en los ojos húmedos de las otras, en el silencio de la mirada íntima que dice "a mi también me pasó", "yo no quiero ser una más", "luchamos por las que no están y por las que vienen". 

Entonces pasa que, un día nos paramos todos y todas, decimos basta. Algo se rompe, por dentro y por fuera: algo cambia, primero en el discurso -lo que viene, más complicado- en los hechos. 


Entonces pasa que, esto que pasó ayer, no pasa.





#NiUnaMenos 




miércoles, 15 de abril de 2015

Juego porteño

Por Laura Michelin Salomon Geymonat

Cada vez que viajo en colectivo juego con el cielo. Lo busco pero casi que no lo veo. Por las principales avenidas porteñas es difícil encontrar un poco de cielo, casi un privilegio. Sólo aquellos que están en los pisos más altos son los correspondidos de tanto cielo. Así, convierto esta realidad en un juego. Busco el cielo pero casi que no lo veo: las grandes masas de bloque que forman los edificios, entorpecen mi mirada con la vista ya clásica y urbana de Buenos Aires.


 Blog La Nación


Entonces, mientras viajo me pierdo buscando el cielo. Y buscando uno encuentra. Tengo una rutina inconsciente: primero busco una franja de cielo, la miro por varios segundos, me gusta perderme en ese celeste intenso, o dejarme llevar por el movimiento de las nubes o intrigarme en los grises de los días nublados.

Luego, sin quererlo, la vista en el cielo me desliza hasta la línea en la que éste se divide con los edificios, luego voy bajando la vista a través de los distintos pisos, y así fugazmente me pierdo en las ventanas: algunas cerradas, otras abiertas, algunas con las luces encendidas, otras a oscuras, las más libertarias dejan que las cortinas salgan a disfrutar un poco del viento.

Y a medida que el colectivo avanza, voy comparando las alturas de cada edificio, sus texturas, sus años. Algunos intervenidos por publicidades o por carteles de alquiler o venta. Sus colores suelen ser oscuros, variantes entre los grises y marrones. Los más nuevos suelen estar cubiertos por grandes ventanales generando una proximidad con el exterior que, a observadores como yo, no nos agrada.

Porque es mi selección de vistas, por lo tanto sólo cuentan aquellos edificios cuyos departamentos sean lugares hogareños; no valen lugares de trabajo o placer. Sólo espacios propios, cotidianos e íntimos, porque imagino además quiénes viven, cuántos son, cómo se dividen los espacios, qué se encuentran haciendo o porqué no hay nadie en ese momento.

Disfruto cuando de repente me sorprende un embotellamiento, así puedo jugar a imaginarme más cosas sobre el edificio o casa con la que me encuentre enfrente detenida. Son lapsos de mayor tiempo que me permiten una reflexión más profunda: siempre calculo –sin certificación- la cantidad total de habitantes en un edificio de 6, 10 o 15 pisos. Y pienso “en ese edificio vive un pueblo entero”. Luego me refuto: “pero todos encima de todos”, entonces se me va la idea original de pueblo: “Pueblo es otra cosa, esto es sólo un aglomerado de personas”, concluyo.




Selecciono. No me interesan todos los edificios, tengo una capacidad de selección inmediata. Algo me llama, algo me obliga a detener mi mirada en algunos. Hay muchos que me desilusionan porque sus habitantes exponen sus vidas a través de las ventanas, ya me cuentan todo. Esos no valen, me condicionan la fantasía y pierde sentido mi juego: darle vida, en mis pensamientos, a esos bloques de cemento que suelen aparecer constantemente cuando busco la inmensidad del cielo mientras viajo en colectivo.


martes, 18 de noviembre de 2014

Peter Bauza: la realidad a través del lente*

Por Laura Michelin Salomon Geymonat

Johann Peter Bauza nació en Alemania en 1959, y estuvo radicado 15 años en Argentina. Es un fotógrafo autodidacta, inspirado desde su infancia por grandes fotógrafos socio-documentales y reporteros. Su trabajo es el reflejo de culturas y su gente, animales y paisajes. Actualmente reside en África, y la mayor parte de su tiempo, lo dedica al proyecto de ayuda y desarrollo humanitario para los habitantes más necesitados de ese continente.









  1. ¿Qué te motivó a realizar esta muestra fotográfica? ¿Por qué elegiste este tipo de paisaje?
Esta muestra se trata de tomas de larga exposición, realizadas en paisajes realmente desolados en horarios solitarios usando mucha técnica y jugando con fuertes trabajo de luces y sombras.
Quiero compartir con los interesados estos momentos únicos. Fueron muchos días con madrugadas o noches en la espera del momento correcto, en soledad. La tranquilidad, la concentración, paciencia y conocimientos técnicos son necesarios para llegar a estas obras.
  1. ¿En qué se diferencia tus muestras “Entre sombras y luces” con “Del Este al Oeste, África”?
Hablamos de dos temas totalmente diferentes. “Del Este al Oeste, África” es una serie de fotografías documentales en blanco y negro, mi fuerte y mi pasión. Mostrando al mundo realidades serias conocidas pero muchas veces negadas. Con esta muestra no abandono mi estilo, tampoco mi debilidad por el Blanco y Negro. Ciertamente utilizo el blanco y negro como forma de conseguir la máxima expresión y reforzar los momentos dramáticos e impactantes de las realidades de este mundo, las necesidades de la humanidad, de nuestro entorno y del planeta. Regresando a la pregunta sobre la diferencias de estas dos muestras en especial busqué mucho la razón, los motivos y una buena explicación. Fue una combinación de hechos que se dan. La fotografía documental muestra muchas veces mucho sufrimiento y sé que es difícil colgar estas obras en las casas.
Aceptando el desafío de unos amigos fotógrafos, quienes me retaron a mostrarles mis conocimientos “remanentes” en relación al color, produje esta nueva serie tan distinta, este resumen de mi trabajo que llamé “Between Shadows and Lights” (“Entre las Sombras y las luces”).




  1. ¿Cómo nació tu interés por la fotografía?
Desde mi infancia la fotografía me atrajo. Mirar por medio de la cámara y buscar una toma única fue siempre un sueño. Observaba a mi padre con su Contaflex Ikon Zeiss y en un cierto momento la empecé a usar, muchas veces sin permiso. Hasta la fecha la tengo conmigo y memorizo con eso importantes instantes de mi vida. A los 15 tuve mi primera cámara analógica y empecé a documentar el mundo. Mirar por el visor y retener algún instante memorable se fue transformando en un sano vicio.
  1. ¿Qué es lo que buscas comunicar con tus fotografías?
Las fotografías reflejan en general partes de nuestras vidas, nuestras experiencias, impresiones, momentos a veces mas allá de lo presente... y observándola bien cada uno debería encontrar su pequeña historia oculta.
Con los años uno cambia y también me puse más selectivo y autocrítico en las elecciones de proyectos y obras. Desde el momento que encontramos “el proyecto/ la obra” viene un largo proceso de elecciones, a la post producción, el encontrar para la obra el papel adecuado, llegar a una adecuada impresión, buscar un buen lugar de exposición y al curador, pieza importante de este conjunto. Por suerte cuento con un pequeño team, que ya es más bien un círculo de amigos, lo que me ayuda mucho en este complejo proceso. Y así llego a compartir mis obras.







* Publicado en Página Valdense, edición noviembre 2013.


lunes, 11 de agosto de 2014

ADOLFO CASTELO: AMOR A PRIMERA ESCUCHA

Por Laura Michelin Salomon Geymonat

Hoy les voy a compartir un texto escrito por el querido Adolfo Castelo, un periodista que revolucionó -junto con otros, como el enorme Jorge Ginzburg- justamente las formas y los modos de hacer periodismo.
Programas televisivos como "Semanario insólito", "La noticia rebelde", "Medios locos" y "Día D" lo han tenido como uno de los conductores principales, y en la radio con "Claves para bajarse de la cama" y "Demasiado tarde para lágrimas" (como la antesala junto a Alejandro Dolina de lo que luego sería "La venganza será terrible") Y finalmente el ciclo "Mirá lo que te digo" por Radio Del Plata (luego por Radio Mitre) a partir del año 2001. 
Aquí es donde yo, Laura, lo conozco. En ese momento tenía 11 años y nos pasábamos largas horas con mi viejo escuchándolo, riendo gracias a su inconfundible humor e ironía. Me marcó a fuego su incondicionable labor en búsqueda de la verdad, siempre tras la verdad. Y lo mejor aun es el camino o la forma que eligió: el humor.
Y me marcó también -porque luego decidí estudiar comunicación- y nunca más me separé de una radio. Castelo reunió para mi la combinación perfecta -que luego, por años- buscaría incansablemente en el dial.
Luego en el año 2004, tras luchar contra un maldito cáncer de pulmón, Adolfo nos dejó. Y nos sentimos muy solos. Ya mis tardes no volvieron a ser iguales. Recuerdo la transmisión de Radio Mitre. Magdalena Ruiz Guiñazú tratando de ponerle palabras al dolor. Joaquín Sabina puteando a la muerte, a la nada. Mucho dolor. 
Pero para ese espacio vacío, nos quedaron los audios radiales, algunas cintas de VHS y las increíbles editoriales de TXT, su proyecto editorial que dio espacio también a la destacada Revista Barcelona.
Por eso hoy, les comparto "Los Solitarios" de Adolfo Castelo. Me gusta mucho porque habla de las soledades nocturnas, de aquellos que disfrutamos vivir durante las horas en las que otros descansan, y creo que sin dudas, tiene mucha relación con la radio, esa fiel compañera que nos espera día y noche, y nos regala un Castelo, un Victor Hugo, un Aliverti, una Daunes....


LOS SOLITARIOS
Por Adolfo Castelo

Siempre me gustó ser un solitario. 
Deambular por los bares sin respuestas, sonreir a tipos que pasan con la amabilidad de los desconocidos. Conversar con amigos de la barra que nunca voy a volver a ver. 
Quejarme de la lluvia. Refunfuñar a solas. Mirar sin ver. 

Siempre me gustó ser un solitario. 
Inventar romances que no sucederían, a la luz de unas velas que nunca iban a arder. 
Siempre me gustó el olor del asfalto, los sabores de la madrugada, ese silencio denso y suave, sí, y no me contradigo, tan denso como suave, de tanto ser testigo de la vida de los otros. Ese silencio violado por los mañaneros, los tipos que invaden cuando viene el día, dispuestos a empezar cuando para mí se termina. 
Quiero decir, hombres de traje, que interrumpen el alba con el rictus seco, los labios agrietados, la mente arrebatada, la mirada en blanco. Paradigmas de una normalidad que no conozco, o que, si conocí, me esforcé en olvidar a fuerza de acariciar la noche y la utopía. 

Siempre me gustó ser un solitario. 
Y, entonces, escuchar cada vez que volvía los golpecitos de los tacos altos de las mujeres solas de alguna noche parca o desdichada. Víctimas de su propio maquillaje. Como yo. 

Porque la noche es preciosa y es ficticia. 
Porque la noche es traicionera y atractiva. 
Porque la noche alimenta los sueños imposibles. 
Porque cuando sobre nosotros se cae la madrugada y el alcohol se divierte con la sangre, el mudo es un cantante, el manco un carpintero, y yo, que no soy ni mejor ni peor que ellos, me convierto en aquello que quise ser pero no he sido. 

Porque en la noche se esquivan los espejos y los reflejos mienten. 
Porque en la noche la piedad se regala y hay consuelo. 
Y todos los que han muerto están vivos. 

Tiene ese qué se yo… la noche, digo. 

Es que siempre me gustó ser un solitario, 
porque los solitarios somos muchos, y nos juntamos en dulce compañía. 
Porque los solitarios, acostumbrados como estamos al oficio, no necesitamos mirarnos para vernos. Y jamás exigimos una explicación, porque sabemos que la razón, de noche, es astuta. 
Y no nos empeñamos en develar el disfraz que tiene el otro, ni por entender qué nos dice el tipo cuando dice, porque es obligación de la madrugada no andar molestando con fastidiosas segundas intenciones. 
La noche tiene reglas sabias, como las tiene la mafia y la familia. 

Porque los solitarios somos fabuladores y guardamos muy bien nuestros secretos. 
Mientras la madrugada abraza y alimenta, ahogados en penas o entre risas, siempre, una mujer nos ama, un gato nos espera, un hijo nos reclama, un amigo nos busca, una madre nos cuida. 
Siempre hay algo… siempre hay algo más allá de la noche que nos nombra, que cobra algún sentido con el día. Hermoso, delator y necesario. 

Por eso me gusta ser un solitario, 
porque eso de ser un solitario 
es mentira. 



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- Para escuchar algunos audios de "Mirá lo que te digo" ----> http://nochesderadio.blogspot.com.ar/

- Recomiendo la lectura del libro "Castelo. Diario de un ironista" escrito por sus hijas Carla y Daniela Castelo



jueves, 7 de agosto de 2014

DEL OTRO LADO DEL ÁRBOL, un lugar mágico para disfrutar del arte en compañía**
Biblioteca Popular Infantil- “Un espacio inspirado en Pilar, por su lucha incansable y su infinita ternura”
Por Laura Michelin Salomon Geymonat
En medio de Parque Saavedra, los pájaros inundan con sus cantos y se mezclan con las risas de los niños que alegres disfrutan de la Biblioteca Popular Infantil Del otro lado del árbol. Este lugar tan mágico, surgió por el amor de una madre (Paula Kriscautzky) que luego de que su hija Pilar falleciera el 12 de enero de 2011 por causa de una grave enfermedad, se propuso cumplir su sueño, aquel que durante las largas horas de internación ambas soñaron:  una Biblioteca Ambulante. Ella solía decirle: “Qué lindo sería que además de inyecciones y remedios, las enfermeras trajeran crayones para poder colorear”
Es por esta razón que surgió la Biblioteca como un proyecto de los papás de Pilar y sus amigos  pensado en un espacio de contención, esparcimiento y de motor para el disfrute, no sólo pensado para los niños que atravesaban algún tipo de enfermedad, sino como un espacio abierto para todo público. Y así nació, como un sueño que hoy lleva ya 3 años de vida. Del otro lado del Árbol abrió sus puertas el 2 de abril de 2011, justamente el mismo día del cumpleaños de Pilar.  
Pero tanto fue el amor, el compromiso, el empuje y la dedicación, que lo que empezó con la reconstrucción de un galpón abandonado en medio de Parque Saavedra hoy se convirtió en un espacio que cuenta con más de 6.000 libros, y un lugar dedicado a la lectura para ser compartida con otros. La Biblioteca se encuentra abierta de lunes a viernes y además los chicos pueden disfrutar del espacio de arte llamado “Florecido para mí”, en el que se integran las distintas ramas: plástica, música, teatro y literatura.
Tan mágico es este lugar, que por año más de 6.000 chicos de escuelas primarias, secundarias y especiales, asisten a la Biblioteca para conocer este maravilloso emprendimiento. Tantas historias fantásticas surgen en este lugar que la mayoría quedan encantados y vuelven a repetir ese mágico momento. Muchos niños y padres que se acercaron a la Biblioteca, se han hecho amigos y consideran a este lugar como un punto de encuentro.
La mayoría de los libros, de los elementos que forman parte de la Biblioteca, como los sillones, las mantas y hasta un container transformado en sala, han sido fruto de la donación desinteresada de miles de personas que sintieron como propio este proyecto. Hoy existen dos delegaciones en Olavarría y en Bolivar, en los que replican este emprendimiento.
Invitamos a todos a conocer este placentero lugar, a compartir un momento en compañía de la lectura y disfrutar de la riqueza que la naturaleza nos brinda. Sin dudas, Del otro lado del Árbol nos enseña que todo es posible, aún cuando el impulso proviene del dolor.
Si querés colaborar con la Biblioteca, podés acercarte para brindar tu tiempo disponible y tu conocimiento  a través del sistema de voluntariado, haciéndote socio del sistema de préstamos de libros o siendo parte del Sistema de Amigos Del otro lado del Árbol.  
La Biblioteca se encuentra abierta de lunes a viernes de 9:30 hs a 17:30 hs, y los días sábados desde las 14:00  hs talleres, artistas invitados y cuentacuentos.
“Florecido para mi” talleres gratuitos.
Murga “Los impacientes del Parque” todos los sábados 11:30 hs.
Calle 14 e/ 66 y 67 Parque Saavedra (sector cerrado)
(221) 452 7101
Fb: Del otro lado del arbol



HOY ES SIEMPRE TODAVÍA

Por Laura Michelin Salomon Geymonat
Miralo a Machado; trascendental.
Desde hace un par de días tengo esas palabras en mi cabeza.
Y hoy me dispongo a leer, a detenerme en frases, a comentar noticias, a beber alcohol, a mirar películas, a vivir mi vida.
Es un comienzo interesante.
Quiero dejar huellas, donde sea y a quien sea. ¿Cómo? Por algo se empieza.
Tengo en mis manos muchos anhelos, muchos deseos y quiero cumplirlos.
Pero no, prefiero dejarme llevar por este viaje, dejar que las distintas brisas me trasladen de un lugar a otro -como ya lo han hecho conmigo- encontrarme con viejos y nuevos amigos, reír y llorar sin prisa. De eso se trata este juego. Y así uno vive jugando día y noche, jugando en un mundo de ilusiones (tal vez), pensando excusas para escapar de esta rueda.
Vamos, animémonos a dejar la vorágine, detengámonos un segundo. Pensemos, hoy y siempre, un mundo donde existan sólo los besos, las caricias y la ternura de la niñez. Y si no, es hora de inventarlo.

                              

miércoles, 6 de agosto de 2014

EL ANDAR

Por Laura Michelin Salomon Geymonat
Entender que la ausencia se vuelve presencia
que el recuerdo ya es instante
que las miradas no mienten
que lo que tiene que ser, vendrá,
a despabilarnos,
a corrompernos,
a maltratarnos
y marcarnos el futuro.

Entender que si ocurre
es porque hay un camino,
que alguien transita
y que llega a su meta,
o se cansa en el andar,
que tiempo después
otros lo levantarán,
tal como si caminaran juntos.

Entender que el fin último
es el amor,
que en el medio hay dolor y alegrías,
pero lo que determina el buen o mal caminar
es ese amor que nos hace eternos.
Que nos hace uno entre muchos.